Decía García Márquez en una entrevista que no le importaría morir si en el cielo hubiera una mirilla a través de la cual pudiera seguir curioseando lo que ocurría por aquí abajo. Espero que, a estas alturas, ya nos esté observando por un agujerito y esté escribiendo nuevas páginas tan llenas de magia y de realidad como las que componen sus Cien años de soledad.
C.M.SB.
Como todos enemos que pasar por ahí, con mirilla o sin mirilla, algún día, lejano ¡vive Dios!, me gustaría leerlas.
ResponderEliminarEsperemos que dispongamos de la mirilla, más que nada por pasar la eternidad de forma más entretenida, ¿no?
ResponderEliminar