En cada viaje recopilamos una puñado de paisajes, visitas a monumentos, sabores nuevos, kilómetros de carretera, momentos compartidos... También traemos en la retina instantes robados a desconocidos que ignoran nuestra presencia y que ni siquiera intuyen el interés que despiertan en nosotros.
La escena de la fotografía la atrapé a una considerable distancia. Captó mi atención esa mujer que lee en un banco, sobre una colina de hierba, con la única compañía de su perro, ajena a mi curiosidad, a mi mirada indiscreta. Quizá si hubiera sabido que la estaba fotografiando se habría molestado. Aunque, más tarde, cuando bordeamos la colina, nos acercamos a ella. Se había levantado del banco y caminaba con el perrillo trotando a su alrededor. La saludamos. Y ella nos contestó con una inclinación de cabeza, con una sonrisa lejana, como si no nos viera en realidad. Creo que si le hubiera confesado mi indiscreción, se habría encogido de hombros. El interés era y es enteramente mío.
C.M.SB.
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| Cantabria, abril 2014 |
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