El mes está a punto de terminar. Los días pasan rápidos y las horas de luz se alargan. En mi caso, se cumple el dicho: las mañanitas de abril son dulces de dormir. Me cuesta despertar.
Mayo comienza con un puente. Eso significa tiempo libre. Espero aprovecharlo y cumplir las mil tareas que tengo pendientes. ¿Tiempo libre he dicho? Miro a mi derecha y me encuentro una pila de ropa que espera ser planchada. Miro sobre la mesa y contemplo una torre de papeles que me reclaman desde hace días. Miro sobre el escritorio y veo una noticia aparecida hace una semana en un suplemento de El País y que, cuando la leí, me pareció apropiada para este espacio. De repente, me parece urgente colgarla:
101 años ha tardado en llegar un mensaje en una botella. Fue pescado en el mar Báltico con una postal de 1913 manuscrita por el escritor alemán Richard Platz, que ha sido entregada a su nieta de 62 años.
Podría ser el comienzo de un relato, ¿no? Buscaré tiempo para escribirlo.
C.M.SB.
¡Para cuantas cosas sirve una botella!. Ese mensaje puede ser , eectivamente, el inico de un relato, pero la botella también tiene su propio relato ... sus avatares en la playa, los suplicios para meter el papel en la botella, las tenebrosas olas invernales en el mar Báltico ante espeluznántes tormentas nocturnas, atardeceres rojos inimitables vistos desde la límpida transparencia de una botella, que podría contener buen vino, pero que el destino -que todo lo puede- la llevó a estar más de cien años de soledad ... ¡Es que los vidrieros somos la hostia! - dice un dicho vidriero ... ¿podría ser el inicio de otro relato?: Podría; por aquello del continente y el contenido ...
ResponderEliminarSí, la botella en sí puede dar mucho juego. Felicidades al gremio del vidrio por hacer cosas tan útiles y tan bellas.
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