Barcelona, 12 de abril de 1937
Mi abuela se sujeta el
vientre con ambas manos, como si quisiera retener a mi madre en su
cálido refugio. Al otro lado de los cristales, la ciudad se
estremece bajo una nueva explosión.
-No temas-dice la
enfermera para espantarle el miedo-, es que hay tormenta.
Mi abuela sonríe
con gratitud y tristeza. Nunca hubiera podido imaginar que la primera
nana de su hija la cantarían las bombas.
(C.M.SB)
(C.M.SB)
No hay comentarios:
Publicar un comentario