Es domingo y se ha hecho muy tarde. Sin embargo, te resistes a cerrar el día. A pesar del sueño, a pesar de la hora temprana que marca el despertador. Te entretienes en esto y en aquello, vas despacio, te detienes en minucias. Tratas de estirar el tiempo, te esfuerzas en hacer la jornada más larga. En el fondo, no quieres dormir, no quieres que se terminen las horas. Has sido feliz y tienes la sensación de que, manteniendo el día abierto, seguirá abierta la felicidad. Te gustaría estirarla, igual que el tiempo; detenerte en ella, en sus pequeños detalles, en sus minutos plácidos, en su sabor. Te niegas a cerrar el día. Porque, ¿quién querría adentrarse en la inconsciencia del sueño cuando la felicidad aún sigue tan despierta? No, todavía hay que mantener los ojos abiertos. Ya llegará el momento de dormir.
C.M.SB.![]() |
¿? |
No hay comentarios:
Publicar un comentario