El secreto, guardado a lo largo del tiempo, dormido en algún lugar lejano, despertó al fin y emprendió un viaje hacia la boca de ella. La lengua lo paladeó y saboreó cada sílaba. Después, él sintió cosquillas en la oreja cuando los labios de ella se movieron casi imperceptiblemente y el secreto caracoleó por las curvas y recovecos. Tras recorrer el laberinto de piel, las palabras cayeron en un remolino impaciente y ávido. Así, ese secreto oculto en el transcurrir de los años, llegó al destino que siempre había estado marcado.
C.M.SB.
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