sábado, 28 de mayo de 2022

AMOR

Las palabras aparecen de una en una. Cada mañana, Adela las encuentra en su buzón. Quien las elige parece adivinar cuál es la que ella necesita encontrar cada día. Durante meses, Adela vigila el portal con la esperanza de sorprender a quien las escribe. Sin embargo, pasado el tiempo, tan solo tiene una vaga sospecha. Hay un no sé qué en la mirada del vecino del quinto.
Por primera vez, Adela se anima a arriesgar. Coge papel y bolígrafo y escribe la palabra juego. Después, sigilosamente, baja al portal y lanza su mensaje al buzón del principal sospechoso.
Al día siguiente, casi sin aliento, Adela lee la palabra que la aguarda. Sus labios se abren en una inmensa sonrisa.
Desde ese instante, casi por casualidad, el vecino del quinto se asoma a la ventana en el momento en el que Adela tiene por costumbre regar sus plantas. En su mirada sigue habiendo un no sé qué.
Adela no acierta a descifrar esos ojos, pero ahí están las palabras. Ella las sigue contestando cada mañana, con la esperanza de que, un día, los dos decidan escribir la misma.

C.M.SB.

(Segundo premio en el III Certamen de Microrrelatos de la Biblioteca Municipal de Guadalajara, 2022)

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