sábado, 19 de marzo de 2022

Giros

De pronto, sin saber el motivo, traes a la memoria la puerta giratoria de aquel edificio situado en la Calle Mayor de tu infancia. Vuelves a verte justo en el instante en que había que dar un paso rápido para encapsularte entre dos hojas pesadas y fabricadas con cristal. El movimiento tenía que ser preciso y hecho sin ninguna vacilación. Recuerdas que el corazón te latía muy deprisa, con una pizca de recelo y una chispa de allá voy. Una vez engullida, y durante unos breves instantes, te sentías a salvo. Pero el alivio duraba lo que tardaba la puerta en hacer el giro. Luego, había que saltar de nuevo. Esta vez para salir. Y nuevamente latía el corazón y te asaltaba la duda de si la puerta te permitiría llegar al lugar al que pretendías ir o, por el contrario, te mantendría presa para, en una de sus vueltas, lanzarte a un sitio mágico y misterioso, a un país cuyo nombre aún estaba por inventar. 
Traes a la memoria esa puerta y las palabras empiezan a girar. 

C.M.SB.

¿?


2 comentarios:

  1. Totalmente cierta la zozobra que suponían entrar y salir de las puertas giratorias en la infancia. 😘

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