miércoles, 12 de agosto de 2020

Un pasillo

Un pasillo de hospital. Puertas abiertas al dolor, a la espera. Tiempo que se detiene y no corre. Miradas que se cruzan por encima de las mascarillas. Uniformes blancos y verdes. Móviles que conectan la vida detenida con la que continúa más allá de esas paredes. Olor a medicamentos, a comida, a encierro, a esperanza o a desánimo. Personas desconocidas que, de pronto, se hacen familiares. Brazos débiles que se apoyan en otros más fuertes. Pasos que vienen y van. Máquinas expendedoras. Lecturas intermitentes y descentradas. Un pasillo de la sexta planta. Al fondo, un enorme ventanal. Cerrado. Hermético. Al otro lado del cristal, bajo un tejadillo, un nido de golondrinas. Las dos aguardan el momento propicio para volar. La ciudad se extiende allá abajo. Y el cielo, claro y soleado, anhela el trazo de sus alas. Tú también quisieras verlas planear, libres. Seguir su vuelo con la mirada y soñar, por un momento, que la ventana se ha abierto para dejar entrar el aire fresco de la mañana.

C.M.SB.

¿?


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