martes, 30 de abril de 2019

Un castillo de arena

El niño carga con un cubo lleno de arena. Está construyendo un castillo a orillas del mar. Tropieza y cae de rodillas. Se levanta y observa los granitos que han quedado pegados a su piel. Su madre está a unos cuantos metros de distancia. Conversa animadamente con su vecina de sombrilla y es evidente que no ha visto su caída. 
Con mucho tiento, el muchachito vuelca su cubo para levantar la cuarta torre. Después, camina hacia su madre y, cuando está a pocos pasos de ella, rompe a llorar.
La mujer interrumpe la conversación y corre hacia él. El niño balbucea unas palabras y señala los granitos de arena clavados en sus rodillas. La madre le rodea entre sus brazos. 
Los ojos del muchachito brillan por encima de los hombros femeninos. ¡Qué sólido parece desde allí su castillo a orillas del mar!

C.M.SB.

¿?


2 comentarios:

  1. Si no hay audiencia no hay dolor, no hay pena, no hay alegria, no hay............ Sí hay un lugar donde ir, donde dirigir los pasos para encontrar al receptor. Entonces comienza la acción-reacción. Ay si algún dia no tenemos ese lugar al que dirigirnos, porque caminemos en la dirección que caminemos no encontraremos a nadie.

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  2. Me gusta mucho tu comentario. Gracias por tus palabras y por participar en este blog. Hasta pronto y que pases un buen día.

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