martes, 28 de noviembre de 2017

La singularidad del pingüino

Tomo un café a la hora de la siesta. Apoyada en la barra, sin libro ni periódico a mano, observo la pantalla de una televisión muda. Me engancho al primer golpe de vista: un paisaje blanco, nieve abundante que cae de un cielo borrado por el frío, una procesión de pingüinos que camina hacia no sé dónde. Los veo de espaldas, negros, a cientos. Hay algo de inquietante en esa estampa. Por un momento, me parece estar viendo siluetas humanas. La cámara se acerca y enfoca a individuos concretos. Los veo de cerca, sus extraordinarios colores, la enorme belleza de sus cabezas, la perfección de sus picos. Aprecio su singularidad y la admiro mientras doy los últimos sorbos.
Salgo a la calle y me pongo los guantes. Mientras camino, pienso en que, en cuanto tenga un rato, dedicaré unas líneas a la hermosura del pingüino. Tan extraña.

C.M.SB. 

¿?

2 comentarios:

  1. Tan extrañamente bella. No olvides que a los chaqués se les llama "pingüinos", por eso por su belleza a la vez que el que se viste "está raro" ... Bellos pingüinos. No sé si estará bien dicho pingüinas, por que ahora con esto de tuyo/tuya , si que en "Román paladino" tortoleño, pingüina es un término jocoso, alegre picante, familiarmente como un poco ridículo: " Anda pingüina, vete ya a tu casa", le dicen a una joven que en noche avanzada por la calle.

    ResponderEliminar
  2. No había oído nunca lo de pingüina. Siempre se aprende algo. Gracias por comentar y feliz tarde.

    ResponderEliminar