NOCHE DE VERANO...
Apagó la radio. Venía sola en el coche, con la ventanilla abierta. El aire era fresco y la noche olía a verano. Las ruedas dibujaban las curvas suavemente, reconociendo la carretera como a una vieja amiga. La luna llena flotaba en el cielo y la luz de las estrellas se confundía con la de ventanas y farolas, diminutas y frágiles en medio de la oscuridad.
Sus manos descansaban sobre el volante, relajadas.
Cogió el desvío a la derecha. Estaba a punto de llegar a casa. Lástima. Hubiera querido seguir conduciendo. Hasta los confines del mundo. O incluso más allá.
(C.M.SB)
El final es lo que llega ...
ResponderEliminarO incluso más allá.
Es lo que más me ha motivado.
Agradezco tus comentarios. Como siempre.
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