Vuelves del paseo y Tito se detiene a pocos pasos del portal. "A casa", le dices. Y de pronto te das cuenta de lo que esas dos palabras significan. En esas pocas sílabas están contenidos tu refugio, un espacio propio, ese lugar en el que eres absolutamente libre, esa caracola en la que te enroscas y donde estás a salvo de todo lo que queda fuera de ti. Bajo ese techo están tus libros, tu música, esta pantalla sobre la que escribes cuando quieres, ese olor a café de la mañana, esas plantas que crecen un poco cada día, la ropa que te viste, las cosas que has elegido y que te gustan, notas con ideas y recordatorios, el caos que te ordena, un calendario que va perdiendo hojas, el cine que te apasiona, las historias que te rondan y que piden ser escritas, este momento y tantos otros, los que han pasado y el eco de los que vendrán. "A casa", le dices a Tito. Y entra confiado contigo, tras tus pasos.
C.M.SB.
Fotografía: C.M.SB. |
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