Abres la ventana y oyes a los pájaros tempranos. Y, mientras suenan sus voces, tú también cantas. Es esa canción que te obsesiona, que se repite una y otra vez en un disco interior que gira sin parar. Desayunas y te vistes y conduces con el paso que marca esa melodía. Su ritmo se imprime en las calles que desfilan a derecha e izquierda y se graba en los colores que pintan el cielo. Hasta la luna, esa sonrisa torcida y blanca que apunta aún entre las nubes, canta en el despertar de esta mañana.
C.M.SB.
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