El niño raro dibujó el mapa de su mundo. En él, todos los países eran islas independientes y separadas entre sí por oscuros y profundos océanos. Sobre cada isla, justo en el centro, representó a su único habitante. Aquellos pobladores, aislados y solitarios, eran muy diferentes en su aspecto. Solo un rasgo les era común: la idéntica mirada. Sí, todos aquellos ojos expresaban la misma aceptación de una soledad tan insondable como las aguas que les rodeaban.
Mientras daba color a su mapa, el niño raro escuchaba la voz de las olas. Cada vez estaban más cerca.
C.M.SB.
¿? |
No sólo literatura. Real.
ResponderEliminarInsondable?
Sí, insondable. Yo diría que la soledad siempre lo es.
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