domingo, 4 de marzo de 2018

La búsqueda

Pierdes un papel, ese en el que anotaste su dirección. Lo tenías en el bolsillo y de repente ya no está. Registras el bolso, el abrigo, das la vuelta a todos los bolsillos de tu indumentaria y sigue sin estar. Rastreas el suelo, mueves sillas y molestas al señor que está sentado a tu lado. Tu preocupación, tu nerviosismo, ese desasosiego que guía tus gestos, toda tú en definitiva, acaba por despertar su simpatía. O su compasión.  Te pregunta y tú le cuentas. Solidario, desciende de su banqueta y busca contigo. Una señora observa con curiosidad y finalmente acaba por sumarse a la búsqueda. Y ya sois tres. Desandas el camino hacia los lavabos. Entras y sales veinte veces y las veinte sin apartar la mirada del suelo. Regresas al punto de partida y compruebas que ya hay una cuarta persona que busca con desesperación. Empiezas a despeinarte y a sudar. Gateas y te cuelas por debajo de mesas, sillas y banquetas. Desenredas cada servilleta de papel que encuentras tirada de cualquier manera, cada gurruño de papel  y cada uno es una esperanza fallida. Estiras el cuello hacia arriba y, de pronto, ves que todas las sillas del bar han quedado vacías. Nadie escucha al músico que toca en directo. Todo el mundo, rodillas en tierra, busca con afán. No saben el qué, pero buscan. 
Se hace el silencio. El cantante ha dejado la guitarra a un lado y se ha puesto a gatear. Contigo, con todos. 

C.M.SB.

¿?

2 comentarios:

  1. ¡Fantástico!, te atrae, te empuja a buscar ...

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  2. Muy exagerada, pero la anécdota es real. ¡Cuánto sufren los despistados!

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