Hay expresiones que se extienden como esas hiedras que trepan y lo invaden todo. Y es que un día oyes una palabra que te resulta chocante en boca de una persona, al siguiente, se la oyes decir a veinte y, al tercer día, la emplea prácticamente todo el mundo. Hoy, mientras tomaba algo fresco en una terraza, escuchaba la conversación de un grupo sentado a mi lado. Todos ellos empleaban la misma expresión a la hora de referirse al dinero: pavos por aquí, pavos por allá. Y no sé, pero cada vez que oigo esta palabra, la cara de quien la utiliza pierde el color y se me aparece en blanco y negro. También, en mi imaginación le pongo sobre la cabeza un sombrero de gángster y le hago empuñar una pistola o un cigarro. Y, ya sea hombre o mujer, me lleva a pensar inevitablemente en aquellos tipos duros del cine negro americano. Qué cosas, oye. El poder que tiene la palabra.
C.M.SB.
Edward G. Robinson |
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