miércoles, 14 de septiembre de 2016

Anotaciones

Comienza la mañana con fresco y en el cielo, estáticas, hay nubes grises que garantizan la tormenta. Bosque me acompaña en el paseo por el parque. En la base de los troncos, por donde trepa el verde, se acumulan hojas de un amarillo pálido. La combinación de colores me anima a hacer una foto que se instala inmediatamente en mi galería de instantes perfectos.
El día continúa con su ritmo habitual, con la rutina a la que empiezo poco a poco a acostumbrarme. En un momento dado, recuerdo que debo sacar dinero del cajero. Empujo la puerta de la cabina y siento el calor concentrado. Veo una mochila en el suelo y oigo una respiración profunda. Me giro y, en un rincón, descubro a alguien tendido sobre una manta. Dudo. Por fin, tecleo el número y la máquina me responde con pitidos que me resultan más desapacibles que en otras ocasiones. Me giro para ver la reacción del que duerme en el suelo. No ha movido ni un músculo. Sigo a lo mío, marco una cifra y, a mi espalda, suena un ronquido. A toda prisa, recojo la tarjeta y guardo los billetes. Salgo de puntillas y cierro la puerta con mucho cuidado. No quiero despertar a ese hombre cuyo rostro no he conseguido ver.

C.M.SB.



2 comentarios: