Me detengo y espío a mi gata que, agazapada, vigila atentamente a un gorrión que hace equilibrios sobre una teja. El gorrión parpadea y mira a un lado y a otro, dedicándonos apenas un instante. Después extiende sus alas y echa a volar. Mi gata se queda inmóvil unos segundos. Luego estira sus músculos y salta sobre el sofá. Desde esa altura, sigue vigilando el cielo, como si esperase su regreso.
C.M.SB.
Tim Jarosz |
Rececho.
ResponderEliminarSaludos y hasta pronto, te digo mientras mi gata ronronea en mi regazo.
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