LO SUSCRIBO...
TOREO
Una vez más con la primavera ha llegado a este solar el tormento y
sacrificio de reses bravas en diversas modalidades, corridas de feria,
capeas en plazas de carros, encierros, toros de fuego, ensogados,
alanceados, un agrio espectáculo de sangre que alcanza la máxima bajeza
moral con el toro de la Vega de Tordesillas al final del verano. Para
muchos españoles, no solo antitaurinos, resulta una afrenta que esta
elaborada crueldad con los animales, elevada a diversión colectiva, haya
sido declarada Bien de Interés Cultural, con las consabidas
subvenciones a cargo del dinero de todos. Si este país necesitaba una
nueva ignominia, aquí está. Antes la lidia de toros pertenecía al
Ministerio de la Gobernación por motivos de orden público; ahora en
plena decadencia ha pasado al Departamento de Cultura donde semejante
brutalidad se codea con la Biblioteca Nacional y el Museo del Prado.
Incluso puede haber algún ministro del ramo que considere que hay más
estética en un buen puyazo con sangre hasta la pezuña que en un verso de
Machado o de Juan Ramón. ¿Qué pasa con Goya y Picasso?, argumentan los
taurinos. Pues bien, Goya pintaba la lidia, junto con los aquelarres,
ajusticiados con garrote vil y desastres de la guerra, como expresión y
denuncia de una España tabernaria. Y por otra parte Picasso, al pintar
el Guernica, no creó sino una macabra corrida bombardeada, una
antitauromaquia, el toro, el caballo, el aquelarre, la guerra y la
muerte, todo un Goya patas arriba. Además de lidiar y dar muerte a un
toro, el verbo torear también significa burlarse de una persona o
mantenerla en una falsa esperanza mediante un engaño. El español se
halla ahora en el ruedo ejerciendo de res en una corrida en la que está
siendo toreado por los hombres de negro del Banco Mundial, a merced de
los puntilleros de la Comisión Europea, mientras los peones de brega
Guindos y Montoro se fuman un puro en el burladero. Así va la lidia.
Primero unos recortes con el capote grana y oro, después tres puyazos
para bajarte los humos con la amenaza del rescate; luego varios
muletazos de castigo con la prima de riesgo; y una vez humillado cinco
pinchazos, media estocada y un descabello. Hecho un colador el español
medio es arrastrado por una troika de mulillas al desolladero.
(Manuel Vicent, El País, domingo 12 de mayo de 2013)
Real como la vida misma ... pero aquí ya no se miran las parábolas, aquí, hoy es más duro que lo que dice Vicent por que a un toro bravo no se le humilla, no se le quita la moral, ... Hoy aquí j'acuse du retour à la esclavitud y al favoritismo ... a ¡sálvese quien pueda! ... más duro.
ResponderEliminarBueno, respecto a lo del toro bravo, disiento contigo (ya lo sabes).
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