Conduces mientras escuchas la música que te apetece escuchar, esa que combina bien con el color de las nubes, con ese cielo que va oscureciéndose, con esas señales que te indican otros caminos. A ambos lados quedan los campos, esos paisajes que ya te resultan familiares. Regresas a casa siguiendo un rastro de luces, las curvas de tus pensamientos, las líneas de tu silencio. En algunos momentos estás tentada de cambiar el rumbo, de deshacer la rotonda y elegir otra dirección. Pero no, decides seguir hacia delante. Este momento te está esperando. También otra música.
C.M.SB.
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