Observas al niño que corretea delante de ti. Ves su espalda, sus pies pequeños, su cabeza cubierta por la capucha. Con una mano arrastra -sin que parezca pesarle- una mochila llena, de esas que llevan ruedas. En la mañana fría, lo ves desaparecer entre otros muchos niños y en ese instante te preguntas si en esa mochila no llevará la felicidad, la inocencia de un nuevo comienzo.
C.M.SB.
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