Se abre la mañana con viento frío, con el canto de los pájaros, con nuevos interrogantes.
Tratas de adivinar el horizonte, pero, por más que te pones de puntillas, sigue siendo inalcanzable.
Indagas en tus pensamientos, intentas ordenarlos, pero, al instante, vuelven a descolocarse, vuelven a volar como avecillas asustadas.
Entonces tus dedos buscan las teclas, bucean en las palabras y, de pronto, el viento amaina.
La mañana sigue siendo fría, pero, en alguna parte de ti, casi sin darte cuenta, has encendido una chispa de esperanza.
C.M.SB.
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