A veces, caminas tan absorta, tan inmersa en tu relato interno, que acabas despegándote del presente. Tanto que tu cuerpo se separa de tu mente y sigue andando sin ti. Sin embargo, siempre, el trino de un pájaro, un sol repentino o una ráfaga inesperada del viento interrumpe esa narración extenuante. Es en ese punto y aparte cuando, por sorpresa, cuerpo y mente se encuentran de nuevo para vivir juntos el instante, la belleza del paisaje.
C.M.SB.
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