Levantas la mirada y tus ojos ven un paisaje de nubes y pájaros. Todos, pájaros y nubes, se abandonan al viento y se dejan llevar. Y, de pronto, las palabras te piden que las permitas marchar. Quizás también ellas necesitan surcar el aire para encontrar un sitio en el que anidar.
C.M.SB.
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