Cada mañana ves esa pared pintada de negro, esa palabra inconclusa, cortada a mitad de sílaba. Cada mañana te preguntas por qué no se terminó de escribir la declaración. ¿Quizás fue sorprendido el enamorado y no pudo terminar su obra? ¿O quizás sus sentimientos no eran tan firmes como creía y se dio cuenta justo antes de trazar la e? ¿El que escribía sufrió un repentino ataque de pudor? ¿O en un arranque de valentía decidió declarar su amor en persona? ¿A quién irá destinada esa palabra que se adivina tan fácilmente y que a veces se vuelve tan esquiva, tan difícil de rematar?
C.M.SB.
Fotografía: C.M.SB. |
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