Cae la lluvia sobre tu paraguas. Gotas sueltas, gotas grandes. Paf, paf, paf. Y hay algo en ese sonido que te lleva a casa, a sus habitaciones, a sus pasillos, a sus rincones. Imaginas la casa en la penumbra de la mañana gris. Ves la cama hecha, el libro cerrado sobre la mesilla de noche, la taza de café sobre el escurridor. Oyes el silencio, el discurrir del tiempo en la voz de un reloj de pared, los pasos sigilosos de tus gatas. Ves el ordenador apagado, los retazos de calle a través de las ventanas, la ropa tendida y quieta, esa nota escrita con tu letra en la prisa de las primeras horas. Caminas bajo el paraguas. Ves la avenida, la gente, los coches mojados y, sin embargo, tú estás en ese otro lado, en esa casa, en sus habitaciones, en sus pasillos y en sus rincones. Tú estás bajo ese tejado, a salvo de la lluvia, de esas gotas sueltas y grandes. Paf, paf, paf.
C.M.SB.
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