sábado, 23 de mayo de 2020

Sin miedo

Miras la imagen y te sientes sobrecogida. No es fácil imaginar qué puede sentir la persona que bucea bajo el iceberg. Y te preguntas qué clase de valentía es la que se necesita para enfrentarse a esa soledad, a la negrura de las aguas, a la inmensa mole que flota sobre un cuerpo tan pequeño e indefenso. Intentas imaginar qué sonidos reinarán en esas profundidades. Tal vez el crujido doliente del hielo o quizás el aliento de una caracola gigante pegada al oído. Observas con atención ese pedazo de vida recogido en la imagen y sabes que, más allá de los límites del encuadre, se extiende un horizonte imposible de abarcar, todo un universo poblado de secretos y misterios ocultos en la oscuridad. Sin demasiado esfuerzo, comparas el azul del agua con el de un cielo nocturno. Y la base del iceberg, con una nube de tormenta. Quien bucea podría ser un explorador espacial, un alma inquieta empeñada en ahondar en la belleza. Sin miedo.

C.M.SB. 



Fotografía: Tobias Friedrich

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