Del viaje recordarás el nombre de ciudades y pueblos, la majestuosidad de monumentos, las multitudes de turistas, la maravilla de los paisajes. Y la compañía, por supuesto. Pero es muy probable que no recuerdes los pequeños descubrimientos, los diminutos destellos: el borde de esa sombrilla movida por el viento, esos dos pájaros posados en un cable, el juego de la luna en el agua, el sabor delicioso de un arroz, esa ropa tendida, el gesto de esa niña que se lleva a la boca una mano empapada de mar. Es lástima que se olviden tan pronto esos minúsculos instantes de una belleza tan infinita como fugaz.
C.M.SB.
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Foto: C.M.SB. |
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