Te gusta el comienzo de la mañana. Pasear por las calles a la luz de la luna. Coger el coche y aparcar sin problemas en el sitio que eliges. Entrar en la cafetería recién abierta. Pedir lo de siempre. Oír la música y seguir el ritmo con el pie. Leer tu libro entre sorbo y sorbo de un cortado bien caliente. Levantar de vez en cuando la mirada para saludar. A los de siempre, a los de cada mañana. Sentirte parte de una hermandad formada por desconocidos que coinciden a la misma hora, en el mismo lugar. Estar a gusto y en paz con el mundo. Reconocer ese pequeño universo como parte indiscutible de tu bienestar. Desear que esos momentos se prolonguen, que no amanezca, que la pompa- transparente y limpia- no explote al chocar con la luz del día.
C.M.SB.
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