jueves, 19 de julio de 2018

Esa extraña

Sales a hacer unos recados y te acercas al centro. Aparcas el coche y caminas por calles que no transitas desde hace un tiempo. A un lado y a otro descubres solares tapiados, huecos enormes en el paisaje, agujeros que permiten ver lo que escondían aquellas fachadas que un día creíste eternas. Por allí asoma un árbol viejo, por allá una casa que desconocías, al fondo un patio olvidado y un poco más atrás las piedras de un palacio. Intentas saber qué edificios han desaparecido exactamente, pero no logras recordarlos. En tu memoria aparece una imagen de conjunto, la uniformidad de una época, los balcones pequeños y coquetos, las viviendas de pocos pisos, el barrio tal y como era cuando lo recorrías de niña. Los escaparates de algunos comercios acumulan el polvo de años, los cierres metálicos están oxidados y en los carteles ya se ha borrado alguna letra. Otros, en cambio, por contraste, lucen nuevos y limpios. Resisten.
Caminas y te preguntas cuándo comenzó a desaparecer la ciudad que tú conocías, en qué momento se empezaron a borrar las huellas de aquellos pasos que diste. Y piensas en esa otra parte de la ciudad, esa que has dejado atrás hace apenas una hora, esa en la que ahora vives y que tiene grandes avenidas y árboles jóvenes y aparcamientos espaciosos, esa que vuelve a poblarse de grúas, esa en la que se construye vivienda nueva con piscina comunitaria, esa que también sientes extraña y que está tan lejos de ser lo que fue y será para ti una ciudad que ya no existe.

C.M.SB.

¿?

1 comentario:

  1. Guadalajara; una pena de ciudad antigua, con un capuchino semana santero durante todo el año en lo antiguo, que te oprime el pecho al verlo entre sombras o un Papa presidiendo una rotonda en lo nuevo, mientras farolas nuevas alumbran lo antiguo sin pararse a pensar en lo que pensarán cada uno en esos rincones tan contradictorios ...

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