ha amanecido gris. Las gotas adornaban las vallas y las hojas amarilleaban el camino. Una grúa roja apuntaba al cielo y el ruido de un avión me ha hecho pensar en la gente que iría dentro a saber con qué rumbo. Mi mente saltaba de una cosa a otra hasta que, de pronto, me he detenido a escuchar el jolgorio de los pájaros. Eran muchos los que cantaban a esas horas tempranas del día, cuando Tito y yo paseábamos solos, como si fuéramos los amos del mundo.
C.M.SB.
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