Quizá imaginar sea recordar cosas que todavía no han sucedido.
Leonera
(Fernando León de Aranoa)
Se cansó de caminar. Hacía demasiado calor. Y, a pesar de que no había sombra alguna, el niño raro se sentó sobre la hierba reseca por el sol. Inclinó el cuello y miró al cielo guiñando los ojos. Ni una nube, ni un asomo de viento. El niño apretó los párpados y convocó a la nieve con el convencimiento de ser escuchado. Poco después, mientras el calor seguía quemando la pradera, unos copos diminutos comenzaron a caer sobre su cuerpo. La nieve cubrió por completo el rostro y dibujó un cerco blanco entorno a su sonrisa.
C.M.SB.
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