Tras el paseo, te sientas entre el sol y la sombra. Tito se tumba a tu lado. Cierras los ojos y el sol atraviesa tus párpados. Suena el agua del canal. Suena una desbrozadora. Poco a poco, te acercas a las puertas del sueño. Pero no, no te duermes. Solo te dejas ir. Te alejas. No sabrías decir en qué lugar exacto te encuentras. Una parte de ti sigue estando sobre la tierra aún húmeda por las últimas tormentas. Sin embargo, otra se ha marchado. Y a esa parte, a la viajera, también la acompaña Tito. Los dos, en cierta forma, habéis iniciado un vuelo. Más allá del parque, más allá de esta mañana.
C.M.SB.
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Fotografía: C.M.SB. |
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