[...] Y mientras se exhibía en solitario, daba la impresión de no tener ni un solo compañero en todo el universo, como si tan solo necesitase de la mañana y del éter para jugar. Y no parecía un ave solitaria, sino más bien que hacía que toda la tierra pareciera solitaria mientras él volaba.
Volar
(Henry D. Thoreau)
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