domingo, 9 de abril de 2023

CONSTANTES VITALES

Bajas las escaleras mecánicas y te adentras en los largos pasillos de la estación. Hay mucha gente. Unos caminan con paso decidido; saben a qué punto exacto se dirigen. Otros buscan con la mirada el lugar en el que tienen que detenerse para esperar. Son muchos los que no apartan la mirada del móvil, los que están sentados e, incluso, los que andan. Llegas a tu destino, a esa puerta marcada con el 01. Es el momento de detener tus pasos. Por más años que vivas no olvidarás nunca el sonido que se apodera de ese instante. Siempre te lleva a pensar en esos monitores que miden las constantes vitales del enfermo. En tu imaginación aparece esa línea luminosa que crea montañas o líneas planas en la pantalla oscura. Y tienes la absurda sensación de que ese espacio subterráneo e inmenso que nos contiene mide los latidos de cada corazón durante ese tiempo en el que todos aguardamos, en ese intervalo en el que cada uno está cerca de la partida. El sonido queda atrás cuando te sientas dentro del autobús, en esas sombras alumbradas brevemente por la luz artificial. Entonces te pones cómoda y, de alguna manera, te hermanas con los desconocidos que te rodean, con los que compartirán contigo el regreso, la vuelta a esa vida que has dejado atrás por unas horas.

C.M.SB. 

Fotografía: Javier Domínguez.


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