domingo, 30 de noviembre de 2025

A salvo

Camináis. En realidad, la ciudad podría ser cualquiera. Pero grande, inmensa, repleta. Es inabarcable el discurrir de caras, de cuerpos. Hay luces por todas partes. Hay anuncios por todas partes. Escaparates y letreros se suceden invitándote, empujándote. También empuja la gente. Unos van, otros vienen. Adolescentes de melena larga, hombres de abrigo largo, un grupo de mujeres con orejitas luminosas sobre la cabeza, seres invisibles disfrazados de Mario Bros, de Pikachu, de robot. Almas envueltas en harapos y tiradas en las aceras a quienes todos fingen no ver. Móviles que lo fotografían todo, esa mujer que espera al borde de la calle, un botellón en la plaza, ese hombre que infla globos de colores. Fragmentos en distintos idiomas, en diferentes tonos. La sirena de un coche de policía, un camión de bomberos que suma sus luces a las otras luces. Altos edificios coronados por azoteas inalcanzables. Hoteles, restaurantes, lavanderías, herbolarios y pastelerías. Y tiendas. Y grandes almacenes. Buscáis una calle algo más pequeña, menos transitada, más oscura. Entráis en un local bastante tranquilo. Un café al lado del ventanal. Os miráis. Por fin a salvo.

C.M.SB.


Fotografía: C.M.SB.

 

jueves, 13 de noviembre de 2025

Flores en otoño

Es otoño. Las hojas caen y la luz tiene el color de los finales. Sin embargo, el niño raro observa un minúsculo tallo y ve una flor. Se detiene frente a una piedrecilla y se imagina una montaña. Oye una nota e inventa una canción. Se desliza una gota de agua entre sus labios y saborea el torrente de una cascada. Es otoño, sí, pero en el corazón del niño raro ya está naciendo la primavera.

C.M.SB.

¿?


sábado, 8 de noviembre de 2025

Horas destempladas

Cae la tarde. Ahora sí que es otoño. Levantas los ojos y ves esa luz encendida en las ventanas. Parece una oficina. Por un momento te imaginas a una persona dentro, haciendo una pausa, con la mirada perdida en la calle, en lo que hay más allá de los cristales. Imaginas a esa persona bajo la luz eléctrica y dorada, la imaginas calentita, tal vez cansada del día. La imaginas casi con calor, envidiando el fresco de la tarde, deseando unirse a la gente que, como tú, camina por la calle, deseando sumarse a esa gente que observa las luces encendidas de los ventanales y que envidia a quien en ese instante se encuentra al abrigo de las paredes, en el refugio de los interiores donde desaparecen el aire frío y las horas destempladas. 
Haces la foto y continúas paseo adelante mientras las hojas caen a tu alrededor. Quién sabe, el oficinista podría seguirte con la mirada hasta verte desaparecer del encuadre. 

C.M.SB.


Fotografía: C.M.SB.

 

martes, 14 de octubre de 2025

Ganas de escribir

El mes te trae ganas de escribir, de sentarte a solas frente a la pantalla para adentrarte en el universo silencioso de las palabras. En ese espacio todo es posible e imposible a la vez. Cuando apoyas tus yemas sobre las teclas, se abren una infinidad de ventanas y, desde cada una de ellas, se ve un paisaje diferente. No es fácil decidir a cuál asomarte. Todo te invita a escribir: esa bandada de pájaros que vuela mientras suenan las campanas de la torre, esa niña que camina con la determinación de quien quiere descubrir el mundo, esos árboles cuyas hojas empiezan a vestirse de otoño, esa mirada en la que te miras y en la que te ves renovada, esos caminos cuyos destinos no alcanzas a adivinar, ese gato callejero que recorre cada día los laberintos de la ciudad... La luz de octubre incide sobre la página en blanco para recordarte que es tiempo de contar, de escribir. 

C.M.SB.

Fotografía: C.M.SB.



lunes, 13 de octubre de 2025

Resistencia

Es domingo y se ha hecho muy tarde. Sin embargo, te resistes a cerrar el día. A pesar del sueño, a pesar de la hora temprana que marca el despertador. Te entretienes en esto y en aquello, vas despacio, te detienes en minucias. Tratas de estirar el tiempo, te esfuerzas en hacer la jornada más larga. En el fondo, no quieres dormir, no quieres que se terminen las horas. Has sido feliz y tienes la sensación de que, manteniendo el día abierto, seguirá abierta la felicidad. Te gustaría estirarla, igual que el tiempo; detenerte en ella, en sus pequeños detalles, en sus minutos plácidos, en su sabor. Te niegas a cerrar el día. Porque, ¿quién querría adentrarse en la inconsciencia del sueño cuando la felicidad aún sigue tan despierta? No, todavía hay que mantener los ojos abiertos. Ya llegará el momento de dormir.

C.M.SB. 

¿?