sábado, 20 de junio de 2020

Lejos. Libre.

Buscas imágenes que te impacten y que den vida a tus dedos, que los guíen sobre las teclas. Así, descubres la obra de Alan Schaller. Y, entre todas las fotografías que se ponen a tu alcance, eliges esta. Mientras la observas, te preguntas si la escena es casual o está preparada.  Lo cierto es que prefieres pensar que el azar la puso en el camino del fotógrafo. Sí, le imaginas andando por la calle, bajo la luz artificial. Ya le ves, casi oyes el ruido de sus suelas sobre el asfalto. Camina solo. Es tarde y va pensando en esto y  en aquello. De pronto, levanta los ojos y ahí está. Se detiene y, a tientas, prepara la cámara. Intenta controlar la impaciencia y, en su interior, reza para que ella no se mueva. Listo. Esa figura, ese minúsculo fragmento de la vida, le pertenecerán para siempre. Guarda la cámara y sigue contemplando a esa mujer. Se pregunta entonces qué mira ella, qué busca en la noche, por qué no echa a andar para volver a casa. Como tú, quizás piensa también que, a pesar de ser tan minúscula, la figura humana es el corazón de esa imagen tan deshumanizada. Como tú, puede que trace un paralelismo entre el edificio iluminado y un aparato digestivo alumbrado por una lámpara, abierto sobre una mesa de operaciones. Sí, por un instante, el fotógrafo puede llegar a pensar que la mujer ha sido engullida y atrapada. Tal vez alguien debería ayudarla a salir al exterior. Y entonces reza para que se mueva, para que por fin eche a andar. Lejos. Libre.

C.M.SB.

Fotografía: Alan Schaller

2 comentarios:

  1. Me gusta y además el contraste final después de pedirla que no se moviera para conseguir la fotografía, luego desea, reza, para que se mueva, que sea libre. 👏

    ResponderEliminar