viernes, 24 de agosto de 2012

EL DESEO

Mi hermano cayó al pozo y se ahogó en él. Mientras los adultos velaban su cuerpo, mientras lloraban su muerte con desconsuelo, yo salí al jardín empuñando una moneda. Cuando llegué junto al brocal, cerré los ojos y formulé un deseo. Lo repetí una y cien veces. Luego abrí la mano y esperé a oír el choque del metal contra el agua. Volví a la cama de inmediato.
Mi hermano, siempre tan puntual, no se hizo esperar. Entró empapado, con aquella sonrisa que yo conocía tan bien. Me devolvió la moneda y me susurró que mi deseo se haría realidad. Y así fue. Porque cada noche, a la misma hora, se sienta a mi lado y, con sus labios fríos, me besa en la frente. Después, permanece junto a mí hasta que me sumerjo en las profundidades del sueño. Sólo entonces regresa él a las del pozo.
(C.M.SB)


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